TODOS GANAN, TODOS PIERDEN

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8 junio 2021 Rocío Pineda Arnaz

El mejor síntoma de vivir elecciones democráticas es no tener la certeza de quién va a ganar y, además, saber que ninguna victoria o derrota electoral son absolutas y permanentes.

El primer aspecto que destacaría del proceso electoral del 2021 sería la participación. Una elección intermedia en medio de una pandemia, con propuestas ideológicas y políticas poco claras, parecía estar en destinada a niveles de participación sumamente bajas y, sin embargo, por el contrario, se registró la participación más alta para una elección intermedia en los últimos años.

En segundo término, destacaría que los triunfos y las derrotas fueron relativas para todas las fuerzas políticas.

Morena sin lugar a dudas obtuvo victorias importantes, pero no puede ignorar la herida recibida en su máximo bastión, Ciudad de México. Si bien, tendrá menos curules en la Cámara de Diputados, tendrá muchas más gubernaturas, lo que se traduce en recursos e influencia política nacional.

Por su parte la coalición PRI PAN PRD resultó ser un experimento exitoso sobre todo en CDMX y en muchos distritos federales. Si bien perdieron territorios donde tradicionalmente tenían un liderazgo importante (Sinaloa, Sonora o Michoacán), lograron equilibrar las fuerzas de la Cámara de Diputados a través de convencer a la ciudadanía de representar el contrapeso a la política del Gobierno Federal.

Ya de manera individual al interior de la coalición, los saldos también son diferenciados. Quien la logró capitalizar de mejor modo sin duda fue el PAN al ser mayoritariamente sus candidatos los que dieron a esta alianza los triunfos más sonados.

EL PRD logró mantener el registro, esa era su meta y por ahora está cumplida.

EL PRI por su parte, recuperó varias posiciones dentro de la Cámara y “gana perdiendo” al no encabezar nuevas gubernaturas no tendrá el desgaste natural a su marca que tendrán sí el PAN y MORENA en los próximos 3 años.

Por último, en esta elección nos enfrentamos al mito histórico colectivo de la reelección. Pudimos ver como muchos de los candidatos que querían repetir como alcaldes o diputados no ganaron. Eso a pesar de que en nuestro imaginario colectivo harían uso de los recursos y de su capacidad de influencia para ganar la elección. No fue así, la ciudadanía ya sabe como funciona el voto: es condicionado y con vigencia temporal, no importa si semanas antes arreglan las luminarias de la calle o aceleran el programa de vacunación.

En resumen, no sabremos realmente el resultado de esta elección hasta no verla funcionando operativamente en la cámara y en cada unos de los municipios. Ahí sabremos si los partidos entendieron el mensaje de los ciudadanos o si su agenda política particular pesa más.

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