Desde el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas como primer Jefe de Gobierno la CDMX ha estado gobernada por la izquierda; ayer 6 de junio, por primera vez desde 1997, ésta se desploma en la capital perdiendo la mayoría en las alcaldías aunque en el Congreso se prevé que MORENA gane la mayoría y el PAN se convierta en la segunda fuerza política de la CDMX.

La alianza opositora PRI-PAN-PRD ganó las alcaldías de Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Álvaro Obregón, Coyoacán, Cuauhtémoc, Tlalpan y Magdalena Contreras. El PAN fue ratificado en Benito Juárez y el PRI en Cuajimalpa, mientras que MORENA-PT lograron retener Iztapalapa, Tláhuac, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Venustiano Carranza, Xochimilco y arrebatarle al PAN, la alcaldía de Milpa Alta.

Esta elección intermedia es una clara desaprobación generalizada de las políticas públicas implementadas por el partido en el gobierno local, del manejo de la pandemia por COVID-19, de la falta de apoyos económicos reales para enfrentar la crisis económica y del rechazo de la situación en la línea 12 del metro que derivó en un accidente, en el que perdieron la vida 26 personas. Sin embargo, sorprendentemente, después de la tragedia del 3 de mayo, MORENA retuvo la alcaldía de Tláhuac.

Lo que principalmente llama la atención en estas elecciones es el fenómeno de polarización política que, por primera vez, es tan claro y marcado en la CDMX. La ciudad se dividió entre los que votaron por el partido oficial y los que votaron contra él. Sin embargo, los ganadores indiscutibles en esta elección somos los ciudadanos y las instituciones políticas que tantas vidas, conocimiento y años de trabajo y esfuerzo nos han costado construir. Nadie ahora duda que hayan sido unas elecciones transparentes, claras y sobre todo hechas por los ciudadanos.